18/06/16 – DIA 5: BORRES-BERDUCEDO, 25,84 km, 8h06’ (A1117-D875) – LO MÁS ESPECTACULAR
Hemos decidido seguir la Ruta de los Hospitales, llamada así porque hasta el S XVII hubo varios, que acabaron abandonados por la falta de parroquianos. Hoy no son sino montones de piedra apenas reconocibles. Miguel Ángel no está en condiciones de atacar los senderos irregulares, así que acordamos que se esperará hasta que abra el Barín y de allí un taxi le llevará hasta Pola de Allande desde donde, por carretera irá hasta Berducedo, nuestro próximo punto de recalada.
A las 6 y cinco ya estamos caminando. Como el Barín no abre hasta las 7, decidimos que ya desayunaremos más adelante. Una hora más tarde abandonamos la civilización (lugares habitados), al dejar atrás el caserío de La Mortera, emprendiendo una subida hacia las sierras (Fanfaraón y del Palo), que jalonan estos agrestes y solitarios parajes.
Advertimos a Félix que el agua del albergue no era potable (9). Afortunadamente, encontramos una fuente de aguas extraordinarias en la subida hacia el Pico Picón, donde llenamos las cantimploras.
El día está lluvioso, de hecho llueve, pero nada que ver con los aguaceros de la anterior jornada. Lamentablemente las nieblas lo cubren casi todo y perdemos buena parte de las perspectivas, amplias sin duda, que deben divisarse desde las alturas, aunque alcanzamos a ver los profundos y pedregosos barrancos que salen a un lado y otro de las crestas por las que transitamos. La jornada de hoy es, desde luego, genuinamente montañera.
Cerca de las 9 Félix advierte que está a punto de desfallecer por falta de combustible (recuérdese que estamos en ayunas) y tanto él como Javier se detienen, justo unos 10 minutos antes de que comience a llover a media ladera en el paraje denominado Campa la Braña. El Cronista sigue la subida hasta el Alto del Hospital, donde aminora su –ya lento- ritmo para permitir que sus compañeros le den alcance.
La soledad es abrumadora, propia de montañas donde la nieve abunda en la invernada (nos lo confirmarán en Berducedo). La niebla ayuda a acentuar la desolación de estos parajes de belleza singular. Por teléfono Miguel Ángel nos informa que, finalmente, optó por caminar hasta Pola de Allande, donde hay una feria y ya ha apalabrado con un taxi su transporte hasta Berducedo. De hecho, gracias a su temprana arribada, eligió un buen albergue, privado, obviando el municipal.
El camino está marcado por recias estacas (gracias a ellas nos orientamos bien en la niebla, que por lo visto es muy frecuente por allí), y al cabo de un rato el Cronista requiere su almorzada. Hacemos un alto cuando ya comenzamos a bajar hacia el Puerto de la Marta en el que nos adelanta un francés, Jean Louis, con el que acabaremos charlando. Manifiesta que está feliz. Aprovechamos su presencia para hacerle una foto y él, a su vez, nos la hace a nosotros.
Seguimos bajando hacia el Puerto del Palo, donde nuestro camino (de los Hospitales) se une al que viene de Pola de Allande. Nos adelantan más romeros y romeras, la mayoría ya conocidos, y comienza una prolongada y pronunciada bajada de un par de kms hasta Montefurado, que divisamos abajo y donde esperamos encontrar un lugar donde tomar un algo.
Lamentablemente no hay NADA, y tras un breve descanso reemprendemos la marcha de nuevo repechando y lloviendo. Aún nos queda un buen trecho, primero hasta Lago, y después a Berducedo. Sin noticias de Miguel Ángel, por fin, a la entrada de esta población logra Javier contactar con él, y sale a nuestro encuentro para indicarnos el camino hasta nuestro alojamiento, por cierto muy cómodo y nuevo.
Tras la compostura, un buen yantar y mejor siesta, nos damos un paseo por el entorno, visitando su pequeña iglesia y su olvidado cementerio. Conocemos esa tarde a un nuevo y agradable peregrino, afásico, con el que coincidiremos en otras etapas. También está en el mismo albergue el padre colombiano con su familia que le acompaña con un coche de apoyo.
Compramos en el supermercado, y en los bares de la calle principal (y única) vemos muchas caras conocidas.
Afasica me estoy quedando yo, con tanta lluvia !,
parará?
Claro que paró, si no dudo que hubiéramos podido seguir ya que llevábmos de casi todo, pero barcas, no