TIPO DECIMOQUINTO: EL NOSENDERO

Dos bostonianos,  el segundo contemporáneo de los Senadores Eméritos o Consejo de Ancianos de La Cosa, Ralph Waldo Emerson y Robert Frost dijeron:

“No sigas el sendero, dirígete en cambio a donde no hay sendero y deja huella”

“Dos senderos se abrían en el bosque y yo… Yo tomé el menos transitado”

A los tipos de senderos descritos en la entrada del 19/02/22 hay que añadir uno suplementario que podríamos describir como el “NO SENDERO” o “RUTA A LA MECACHIENDIEZ” que en Edutours hemos tomado muchas veces (especialmente bajando). No vamos a jactarnos de que siempre lo hemos hecho por afán de aventura (recalco: no siempre), porque hemos tenido extravíos, prisas por llegar, aunque de una forma u otra siempre hemos sido exitosos, entendiendo como tal el llegar, si no sanos (alguna fractura o lesión) al menos salvos, al destino.

En Edutours tenemos una palabra comodín, que vale para -casi- todo: atrochar. Cuando algunos (o algunas) piantes la oyen pronunciar se presenta de inmediato un murmullo o runrún desaprobatorio. Los adictos a La Cosa saben bien que atrochar no es para un edutoursiano que se precie sinónimo de acortar, sino a veces todo lo contrario; en cualquier caso consiste en salirse de la ruta marcada.

Antes de iniciar cualquier ruta, sin excepción, el líder (o lideresa) de turno la ha preparado concienzudamente planteando antes el recorrido sobre un mapa topográfico, pero sobre la marcha pueden ocurrírsele maldades (o bondades) para visitar tal o cual paraje, ruina o paisaje, que en principio no estaba previsto, o también porque sí.

Y ahí viene la aventura, que puede consistir en luchar contra la maleza como tapires (a veces llevamos machete por si acaso, y lo usamos), vadear una corriente de agua (arroyo o río con el agua por la cintura, p.e. en el mes de febrero) y si cubre, nadar con la ropa y calzado dentro de una bolsa,  destrepar varias decenas de metros hasta encontrar el camino que vemos ahí abajo (aquí las cuerdas que a veces llevamos son inestimables) y al que deberíamos haber llegado civilizadamente si hubiéramos seguido por la ruta prevista, andar varias horas de noche y en invierno con la vista puesta en esas luces que vemos en la lejanía, que a buen seguro pertenecen a alguno de los pueblos cercanos (¿a cuál de ellos?), etc.

En otras ocasiones, la ruta, ya de inicio, se plantea sin sendero directamente. Aquí ya sabe todo el mundo a qué se enfrenta, y se irá con el equipo adecuado a la situación que se prevé o no se va, no hay medias tintas.

Cuando, además del empeño por atrochar, la meteorología no es amable (en medio de la nada, si caen chuzos de punta, o aún peor ventisca con nieve), la empresa se torna lance y los que ya atrocharon a regañadientes arrecian en las críticas al promotor, pero éste tiene anchas sus espaldas, y todos pueden acabar hasta con la ropa interior empapada (incluso llevando ropas de agua). "Sarna con gusto no pica".

Bien entendido que muchas de estas situaciones se han dado en el pasado, cuando nuestra experiencia aún era modesta. Hoy día son impensables porque, mal que podamos seguir siendo torpes a veces, nuestro “savoir faire” es razonablemente dilatado y -creo- hemos pasado ya por todas las eventualidades que razonablemente se nos puedan presentar, aprendiendo cómo afrontarlas. Como diría Fransuá, sería un “déjà vu”.

Bueno pues todo eso es un NO SENDERO y hemos de decir que ninguno, ni los piantes, al final se arrepiente de los “atroches” e, incluso, pide repetir la aventura. Hasta una de nuestras eximias socias, y también lideresa: Conducatrix, ha denominado “atroches” a su web; eso lo dice todo.

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