El Castillo de Alpetea, de origen árabe y perteneciente a una línea de fortificaciones que llegaba hasta Valencia fue uno de los últimos en ser abandonado (si es que no fué el último) por los musulmanes en tierras de Guadalajara; está situado en una privilegiada atalaya, en un bellísimo y casi inexpugnable entorno y ha sido objeto hace unos días de una incursión edutoursiana. Cuando los agoreros anunciaban lluvias no nos cayó una sola gota.
El castillo, del que no quedan huellas reconocibles, ya que sus sillares se emplearon en la primera guerra carlista hacia 1840, y después en la guerra civil para la fortificación de trincheras (en esta, ocupadas por las tropas franquistas para defender el Puente de San Pedro, que querían volar los republicanos y cortar así el avance de aquéllas hacia la capital alcarreña) fué, sin embargo el "leit-motiv" de nuestras exploraciones, que se ampliaron por los aledaños (en total cerca de 20 km) que merecen la pena y a donde sin duda, volveremos con más amigos, a transitar por los extensos sabinares de la zona. Como de costumbre, ni un alma.
En el cerro donde se asentó el castillo también se han hallado restos de un yacimiento de transición del Bronce al Hierro I, según Ranz Yubero.
Cuenta una leyenda, que recoge García de Paz, entre otros, en "Castillos y Fortificaciones de Guadalajara", que el de Alpetea perteneció a un moro de nombre Montesinos que atemorizaba cruelmente a la comarca; una pastorcilla manca a la que se le apareció la Virgen (¿sería la de Edutours?) restituyéndole el brazo, le mostró su sanación y el moro le acompaño hasta el lugar de la aparición, manifestándosele igualmente la Virgen. Convertido entonces a la fe cristiana, tornóse anacoreta fundando aguas arriba del río Arandilla el, hoy santuario, de Nuestra Señora de Montesinos, lugar donde precisamente los Edutoursianos estuvimos en nuestra última Calulu (Caminata a la luz de la Luna) de Julio pasado.
El río Arandilla acaba en el Gallo que, a su vez, rinde sus aguas al Tajo, precisamente bajo los altivos riscos en los que estuvo asentado el Castillo de Alpetea.
Para aquellas/os socias/os de esta Ilustre y Afamada Casa de Viajes a Pie y Aventura (a la cual se honra este cronista de representar ante la opinión pública) que no pudieron acudir, regalamos los adjuntos testimonios gráficos (todos de nuestro magnífico fotógrafo oficial jfelixl). Los CHF, por supuesto en nuestro Figonero de Honor en Saúca.

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