Se me acusa de dejación de funciones y de tener este blog "abandonado", pero ya sabéis que tengo otras obligaciones que reclaman mi atención prioritaria. ¡Qué mas quisiera yo que poder dedicarme a lo que en realidad me gusta: planificar y llevar a cabo nuestras rutas! Espero que el mes próximo tenga más tiempo para dedicarlo a escribir y contar nuestras aventuras, porque como todos estaremos más o menos de vacaciones, pocas rutas vamos a poder convocar, si acaso dar reseña de las que cada uno hagamos por esos montes nacionales o extranjeros, Alpes incluidos.
Había adquirido un compromiso con la NC (ya no tan novicia en nuestras huestes) de dar reseña de su última incursión, y le pedí un relato sucinto para recogerlo aquí. Me envió una especie de narración épica, que -casi- podría competir con la Ilíada o la Odisea. He tenido necesariamente que extractar su Crónica, para darle cabida en algo más conciso. Le pido disculpas si he omitido algo de lo que ella quería dejar constancia. No hay fotos porque ninguno de los fotógrafos oficiales (JFL y este Cronista) acompañaban al destacamento. Los hechos acaecieron el 12 de este mes de Julio.

CALDERAS DEL CAMBRONES
Zona poco conocida (afortunadamente), se ubica en la Sierra de Malangosto, y nace al pie del Pico Atalaya, tiene un recorrido aproximado de 14 km y acaba en el pantano de El Pontón. Contó con la participación de conocidos cronopios: Susana, Félix, Lucía, Jorge, Miguel Ángel, Yolanda y Javier, además de la propia Cristina.
Parece que por un afortunado error, comenzaron la andadura al revés, dejando así para el regreso la parte más amable, por carriles y pistas.
El somatén pasa de largo el desvío a tomar y han de recurrir a la telefonía para avisar del hecho a los destacados en avanzadilla (Félix y Javi), que iban a lo suyo, en animada plática. No encuentran el buscado curso de agua, pero sí una amenazadora ¿culebra? (las descripciones del reptil no han podido ser más dispares: por algún relato he llegado a pensar si se trataba de una iguana o, incluso, un dragón de Komodo).
Por fin consiguen localizar el río, encajonado y oculto entre paredes graníticas y grandes rampas rocosas casi inaccesibles. Prácticamente el conjunto de la tropa se cae y se levanta varias veces.
Van dejando calderas atrás buscando una, umbría y con espacio que permita "explayarse". Se explayan en las prístinas y gélidas aguas y se disponen al regreso, atacando la escarpada orilla opuesta. Miguel Ángel casi se "escuerna" contra un peñasco, pero vence al berrueco. En otra poza se dan un baño Lucía, Javier, Jorge y el citado Miguel Ángel, que refresca así su testuz. Los demás se constituyen en mirones de piedra.
El regreso por camino amable, como quedó dicho y, ¿a casita?. No todos porque Jorge, Miguel Ángel y Cristina aún se dieron una vuelta por Valsaín, tras la libación cervecera comunal. El benjamín (Jorge) tuvo que acudir al día siguiente a urgencias por una picadura de abeja (y eso que había un cartel que prohibía el paso advirtiendo del peligro).
"Tout est bien qui fini bien"