15/06/16 – DIA 2: GRADO-SALAS, 24,14 km, 6h42’ (A871-D746) – EL BANQUETE
A las 6:45 ya estamos andando. Fuerte subida para entrar en calor hacia El Fresno, desnivel que perdemos en la bajada hacia el Narcea, para caer en la carretera que va hacia Pravia y que seguimos junto al río durante algo menos de un km hasta el cruce con la N-634, en La Rodriga: allí hay un área recreativa con mesas y hacemos nuestra parada para la refacción mañanera, cómodamente aposentados durante unos 20’. Nos adelantan algunos colegas camineros, que luego volveremos a ver en el destino. Hemos de seguir hasta Cornellana para cruzar el río, y desandar por la otra orilla por el Monasterio del Salvador hasta Sobrerriba, bordeando luego el río Nonaya, siempre a manderecha hasta que lo cruzamos por un puente a la altura de Casazorrina, para volverlo a cruzar 500 m más adelante. Entramos poco después en Salas, pasando por delante de una fábrica de lácteos de una conocida marca, y la lluvia, que ya amenazaba desde hace rato, arranca. El albergue municipal se gestiona desde el Bar Menéndez, donde el Padre Ecónomo sufraga unas merecidas cañas y abona la pernocta. Mojándonos corremos al albergue tomando posesión de nuestras cuatro literas.
Tras la ducha consuetudinaria (hay un solo retrete solapado por una cortina (las ventosidades pues, han de ser ponderadas) nos aprestamos a comer en el denominado por el robusto hospitalero moscón "templo de la cocina asturiana": Casa Pachón. Hemos de esperar una hora larga a que nos atiendan y se nos suman Antonio, Pilar y un nuevo compañero: Fernando, venido desde las llanadas alavesas: siete de un golpe. El menú ha de ser necesariamente objeto de pormenorizado relato pues, de seguro es una experiencia única no ya en nuestro peregrinaje caminero, sino en el de todas nuestras vidas. Se compone de: Sopa de pescado con verduras y un punto picantón, Potaje de garbanzos, Menestra de verduras, Ensaladilla rusa de pasta y Patatas con chorizo, como primeros, y Escalopines al Cabrales, Chuletas y sardinas fritas de segundos con su guarnición de patatas. Es obligado anotar que no se trataba de un repertorio para elegir, sino que se servía TODO, en generosas cantidades, cuya mayor parte, obviamente no pudimos consumir, postres y bebidas: 10 € por persona. Miguel Ángel y el Cronista añadieron a la pitanza sendos chupones (que no chupitos) de aguardiente blanca por los que nos cobraron la exagerada cantidad de 2 €/vaso.
No nos queda más remedio que entregarnos en los brazos de Morfeo y después ir a la compra para la etapa siguiente, inclusive una pila para el sensor pectoral del prodigioso aparato del Cronista.
Por la noche no nos quedaba apenas rencor en la andorga, así que una leve pitanza y a la cama.