El Cronista aduce siempre en su descargo sus múltiples ocupaciones profesionales que, sin remuneración (¡ay!) le ocupan más si cabe que cuando estaba en activo. Y creed que es cierto. No sé si esto es lo que denominan "jubilación activa", pero, la verdad, es que tengo que echar mano de horas teóricamente de sueño para atender otros temas.
No obstante, y a pesar de que me llevo siempre trabajo a los viajes -digamos- turísticos, procuro sacar partido de las oportunidades. Y os voy a dar reseña de una de ellas, este último domingo, día 14/05.
Volvía con unos amigos desde Poitiers y recalamos en el valle de Aspe, ¡espectacular!, alojándonos por dos días en una casa junto a Lescun, en el camino que va hacia Anapia y el lago de Lhurs, que se localiza al pie de la Mesa de los Tres Reyes en el lado francés del Pirineo. Como se trataba de un viaje turístico no había previsto equipo, pero al manifestar mi interés a los caseros (Elise y François) me prestaron un par de botas y otro de gruesos calcetines y, aunque el cielo parecía presagiar algún chaparrón, me puse a la tarea.
Empecé a caminar a las cuatro y diez de la tarde, a sabiendas de que tenía que ir rápido si quería alcanzar el lago antes de que cayera la tarde.
Encontré media docena de caminantes que volvían cuando yo subía, y a punto de alcanzar el objetivo, dos escaladores me preguntaron, al ver mis escasos pertrechos, si pensaba pasar arriba la noche (hay una "cabane du berger") junto al lago.
Todo mi equipo lo constituían un chubasquero, una gorra y un cayado. Ni siquiera llevaba cantimplora. Afortunadamente encontré varios neveros que me sirvieron para repostar en el regreso, porque, eso sí, sudé de lo lindo, porque la subida era constante y había que apretar. En total fueron dos horas para subir y otra hora y media en la bajada, sin descanso alguno, recorriendo 10,3 km y un DA de 720 m, porque, afortunadamente SI había llevado conmigo el GPS.
Llevaba tanto tiempo inactivo, en lo que a montaña se refiere, que me supo a gloria el paseo. Como anécdota, señalo que François, buen conocedor de su tierra, me preguntó si estaba acostumbrado a caminar. Le dije que sí, pero no debía tenerlas todas consigo y le comentó a su esposa: "s'il parvient à se rendre au lac, là haut, et à en revenir avant la tombée de la nuit, c'est certainement un bon randonneur".

Y ahora me voy a poner a estudiar una ruta para este sábado próximo (pasado mañana) con los colegas edutoursianos.

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