MATAR EL MONO
Eso es lo que el Cronista-Senador ha hecho este viernes 27, para desentumecer sus embotadas extremidades por tanta ociosidad vacacional.
El cercano (a su residencia estival) Cerro del Moro, plagado de antenas y vecino del ligeramente más elevado Castillejo, es de fácil abordaje por y desde múltiples puntos de inicio. Como el objetivo era una breve marcha, optó por la vía directa, corta pero intensa.
Había que comenzar prontito para sudar lo menos posible, y cinco minutos después de las 8, estaba atravesando bajo la autovía A-7 un túnel e iniciando la subida por el arroyo (seco) Cañitos. En un par de horas de marcha alcanzó el final de la senda que lleva hasta la primera antena. La soledad solo estaba rota por unos operarios que estaban reparando a martillazos una de las antenas superiores.
Como no había razón alguna para puntuar, decidió, tras una breve pausa, emprender el regreso, en lo que empleó otras dos horas, disfrutando del paisaje y observando como el "taró", como llaman en Málaga a la niebla espesa y persistente, avanzaba desde el mar hacia las faldas del Calamorro.
Breve ruta, pues, pero empinada, lo que en la bajada acusaron sus añejas y artríticas rodillas.
Por cierto, con esta ruta, hemos alcanzado la nada despreciable cantidad de 8.000 km. pie tras pie, debidamente descritos en sus correspondientes Crónicas.
Pues eso, que cualquier intento de seguir activo merece la pena... lo mismo a la vuelta has conseguido reducir el tamaño de tu mochila ventral al de la mía 🙂
Esa mochila ventral que citas es el fruto de muchas cervezas post marcha (además de las que son, digamos "off shore"). Va a ser difícil ya, a mi provecta edad, un cambio de hábitos. El propósito está, sí, pero del dicho al hecho...