Edutours y los cazadores.
Cuando a los cazadores se les permite salir al campo a ejercer su actividad suelen coincidir con nosotros. Unos y otros nos molestamos cordialmente, aunque a veces nos odiamos abruptamente. He tenido la ocasión de presenciar enfrentamientos de nuestro Edu con algún cazador a la altura de su carácter y escucharle a nuestro emérito decir: “Nosotros salimos al monte y no dejamos tras nosotros nada más que nuestras huellas. Vosotros dejáis un rastro de muerte y contaminación con vuestros cartuchos y perdigones”. Suena muy poético pero la verdad es que estamos obligados a compartir nuestras aficiones. Como muchas otras cosas en la vida la caza no es buena ni mala, sólo depende de cómo se utiliza. Hace no muchos años había una insana costumbre de algunos cazadores que al acabar la temporada ahorcaban a sus galgos colgándolos pero dejando que se sujetaran con las patas traseras en el suelo. Práctica cruel que les hizo mucho daño. Sin embargo quiero recordar a un cazador que además de ser un gran escritor era un ecologista, Miguel Delibes. Un humanista que representaba la otra cara de la moneda. La caza hoy está muy regulada. Es un deporte y negocio que proporciona ingresos a muchos ayuntamientos. Las partidas de caza están supervisadas por la Guardia Civil y deberían, no siempre pasa, estar anunciadas en los límites de los caminos donde se desarrolla la actividad. Ellos están provistos de potentes armas y a veces se disparan accidentalmente entre colegas. Razón de más para que evitamos ponernos a su alcance. Los enfrentamientos habidos entre el Edu y los cazadores han sido numerosos y a veces dramáticos pero nos han hecho reír mucho en las sobremesas de los CHF. Tanto como alguno de los chistes del Puma o la sumisión química de los venenos.
Aunque pararon de colgar al mejor amigo del hombre, parece que muchos galgos acaban abandonados. Cruce ayer un grupo de 10 con gente de refugio en el centro de Madrid, candidatos a adopción en esos tiempos navideños. Me cuesta reconocer una actividad económica, casi industria, en lo que antes era medio de substancia para los del campos, al menos en mi país…
¡Debe ser que soy muy extranjero o muy viejo!
Siempre o casi siempre que voy por el monte, me encuentro con algún cadáver de perro abandonado, o con algunas fincas llenas de perros encerrados en cheniles llenos de excrementos y pequeños. Con los perros encerrados en.un espacio muy pequeño y axfisiante.
Los cazadores son menos ecologistas que nadie.
Empezando por los mismos cartuchos que dejan tirados....
Y el trato a los perros, es totalmente nefasto.
No es mi opinión personal, es lo que he visto.