LA TORNERA
Ayer (excepcionalmente en domingo a causa de la meteorología), este Cronista tuvo ocasión de participar como semoviente independiente en un reducido somatén liderado por el otrora delfín de la Cosa.
En tal hato estaban incluidas dos experimentadas montañeras que amenizaron la ruta rompiendo el silencio de los parajes que hollamos con su incesante parloteo (y eso que confesaron pertenecer a un grupo denominado "Los silenciosos" que, por contradicción flagrante hubieron de renombrar tiempo ha).
Desde el inicio, en el Puerto de la Puebla, pisamos nieve, helada en diversos puntos, repitiendo una ruta que este Cronista hizo exactamente igual hace veintiún años. El viento y, en ocasiones leves nevadas, hicieron muy interesante el recorrido, dándole un carácter puramente invernal.
A punto de culminar, cuando apenas quedaban 170 m y 40 de desnivel para alcanzar el v.g. de La Tornera los crampones se tornaron absolutamente necesarios. El Cronista, después de considerarlo, estimó que no merecía la pena (el tiempo, además, estaba empeorando y las nieblas se cernían sobre las cumbres), y renunció a la tarea abandonando la recua, regresando en solitario al enfilar hacia Cabeza Minga y La Torrecilla para bajar hasta Puebla de la Sierra, donde, previsoramente, habían dejado un coche.
Finalmente, en La Posada de la Puebla, pasadas las cinco de la tarde, dieron cuenta de viandas variadas. regadas abundantemente (con cerveza, naturalmente), en sustitución de los CHF.
Téngase en cuenta que en puridad no era una ruta edutoursiana.
El cronista abandono por pura vageria... teniendo en cuenta que sus crampones son automaticos, era cosa de 2 clicks el subir y hacer cima... pero claro, la molicie tira mucho ..... y las cervezas mas... un placer volver a caminar contigo...
No lo voy a negar, pero míralo desde mi punto de vista. Prácticamente habíamos llegado al v.g. ¿Merecía la pena para < de 200 m ponerse los crampones de marras? Otra cosa hubiera sido si el tramos a recorrer hubiera tenido enjundia, pero para esa ridiculez no me compensaba el trabajo (y ya me había sentado en una piedra llana para la operación, conste, pero lo evalué y no me sedujo la idea). El placer fue mutuo, añado.
¡Ah! y si no llega a ser porque los míos son automáticos, ni siquiera me hubiera sentado en la piedra, desde luego.
Where is the otrora incansable druida ?