LO QUE SE PIERDE EN EL MONTE

Algunas opiniones predican que aquello que pierdes en la montaña es, cuando menos, muy difícil de recuperar. Mi experiencia, sin embargo, lo contradice. Seguro que olvidaré alguno, pero estos son objetos perdidos y recuperados tanto personales como de alguno de mis compañeros. Sólo es necesario volver por el mismo itinerario, e intentar hacer memoria sobre cuál era la última vez que se usó el objeto en cuestión y cómo y en qué circunstancias se pudo perder:
Hace casi veinte años, en julio de 1996, caminando junto al burgalés río Arlanza, camino del Monasterio de San Pedro, eché en falta mi cámara fotográfica: la funda en la que la llevaba sujeta al cinturón estaba vacía. ¿Cómo había podido perderla, si creía haberla cerrado con cremallera? Desde el monasterio decidimos desandar nuestro camino para ver si, inadvertidamente se me había caído. Mi sobrino Armando iba con su bastón golpeando de vez en cuando las matas de hierba que crecían al borde de nuestra senda. En un determinado momento observó un sonido extraño -como a "hueco" dijo- Apartamos las hierbas, y allí, colgando por la dragonera de una fina rama estaba la cámara: debió engancharse en la citada rama al dar un traspiés, y al quedar suspendida no cayó al suelo y por tanto no hizo ruido alguno.
En agosto de ese mismo año, en Sierra Nevada (creo que fue en las cercanías del Collado de Matas Verdes) perdí un reloj-pulsómetro. Cuando lo eché en falta decidí desandar el camino, y lo encontré al borde de éste tras caminar durante 20 minutos.
Al año siguiente, en septiembre mi amigo Eduardo (el DGC) perdió también su reloj (era un buen reloj) bajando al atardecer del Pico de la Tornera, en Madrid. Lo echó en falta en la Puebla de la Sierra, ya casi anochecido. Volvimos a buscarlo dos semanas después, y fue de nuevo mi sobrino mexicano Armando quien lo encontró.
En julio de 2001 en una caminata en solitario por la Foz de Lumbier y el Ojo homónimo, al regresar por la Ermita de la Trinidad y el camino del via crucis, perdí el teléfono móvil. Por la tarde hice la Foz de Arbayún por la Canaleta (aún no había ferrata), y ya en Pamplona, en el hotel eché en falta el teléfono. Volví a la mañana siguiente y lo encontré, también al borde del camino. Fuera de la montaña, también olvidé hace unos meses mi teléfono en el metro de Madrid que me fue devuelto por la persona que lo encontró casi antes de que yo pudiera gestionar su recuperación, llamando al último número marcado, que resultó ser el de mi hija.
En febrero de 2003, volviendo de una ruta en travesía por los ríos de la Aceña y Cofio, teníamos previsto tomar un tren en Robledo de Chavela (Madrid). Lo perdimos y tuvimos que alquilar un taxi hasta el embalse de la Aceña, donde habíamos empezado nuestro caminar, porque reparé en que había perdido un guante por el camino y tuve que desandar dos o tres km hasta encontrarlo.
Un par de meses antes del fatal incendio de Riba de Saelices, en el que murieron once bomberos forestales y que arrasó más de 10.000 Ha, precisamente junto a la barbacoa donde, por un descuido, se inició tal incendio, olvidé un pañuelo de cuello. Media hora más tarde, cuando estábamos mi sobrino (que precisamente me había traído el pañuelo de México) y yo remojándonos por el calor en una poza del río Linares, camino del Valle de Los Milagros, aparecieron unos senderistas con mi pañuelo, que me entregaron (no sin alguna reticencia) cuando les expliqué que era mío.
En Mayo de 2009, en el mismo día y en lugares próximos, Félix (Fx+A) perdió sus gafas entre la espesura, localizándolas tras ardua rebusca. A la tarde, bañándonos en el Tajo, cerca de la Cascada de la Escaleruela, perdí las mías (sin montura) al sumergirme con ellas puestas inadvertidamente. También las encontramos en la arena del fondo (al tacto, puesto que al ser completamente transparentes no alcanzábamos a verlas)
En febrero de 2010, de nuevo Félix en una ruta invernal por Los Colgadizos (Sª de Guadarrama), entre nieblas y nevadas, dejó olvidadas otras gafas, que echó en falta acabada la ruta en el Puerto de Somosierra. Volvió al día siguiente, pero la copiosa nevada las había hecho desaparecer en dónde creía haberlas dejado: junto a unos arbustos donde hicimos un alto para descansar de la ventisca. Con santa paciencia y esperanza férrea, volvió a mediados de mayo. Ya no había nieve y las gafas estaban donde imaginaba. Eso sí, tuvo que hacer frente a una multa de Medio Ambiente por subir con el coche por pistas restringidas.
Mi cartera y yo hemos tenido muchos desencuentros, pero siempre acaba regresando. La he perdido en un campo de golf, la he olvidado en varios restaurantes, y en la montaña, sólo este año, dos veces: en mayo pasado, al regreso del Moncayo, al cambiarme de ropa en Cueva de Ágreda, se me cayó del bolsillo del pantalón. La encontró una montañera navarra, que me había adelantado en el Collado del Alto de las Piedras, poco antes de alcanzar la cumbre. Se daba la circunstancia de que, además, no fui consciente de tal pérdida, hasta que recibí una llamada telefónica suya (su nombre: Amaia, a quien agradecí inmensamente su gesto).
A primeros de agosto, volví a perderla en el descenso por la infame trocha que baja desde el Pico de la Miel en la Sierra de la Cabrera, esta vez al desgarrarse el bolsillo trasero del pantalón donde la llevaba. Tuve que volver a subir al día siguiente para buscarla, y encontrarla entre unas zarzas.
Y la semana pasada, subiendo al Cerro del Moro desde Mijas, perdí una gorra, que recuperé en la bajada, pero ese es un tema menor y baladí y es una recuperación sin mérito alguno por obvia y por el escaso valor de lo extraviado.

Nosotros mismos nos hemos perdido muchas veces, y siempre nos hemos encontrado (hasta ahora no nos ha faltado nadie en el recuento de final de la jornada, y esperamos seguir así, aunque ya se sabe que con los años el despiste, lejos de remitir, tiende a aumentar)
¿Quien dijo que lo que se pierde en la montaña es difícil de recuperar? Solo hace falta voluntad, tesón y paciencia, y volver sobre tus pasos, incluso días (o meses) después; un GPS y la función "track back" es de gran ayuda. Es la ventaja de transitar por solitarios parajes: no suele haber amigos de lo ajeno... Además, en Edutours somos devotos de San Cucufato, al que invocamos en estas circunstancias, y a quien, en agradecimiento a sus buenos servicios, sacamos en procesión por el monte en alguna semana posterior a la del hallazgo (sólo si encontramos el objeto encomendado). Ver el "post" del 21/05/10.
Ruégase a cronopios y cronopias que tengan su/s propia/s experiencia/s y/ maestría/s personal/es en el arte de la localización nos la/s den a conocer para estos anales (en la acepción de recopilación histórica)

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LO QUE SE PIERDE EN EL MONTE
Para alimentar las peleas y comentarios como en el pasado, no esperes más.

4 thoughts on “LO QUE SE PIERDE EN EL MONTE

  1. JFL dit :

    Lo tuyo no es perder cosas, es a escala sideral, en alguna marcha has perdido varias cosas a la vez, como por ejemplo bajando del Ocejon por el pinar. Menos mal q San Cucufato siempre nos auxilia. Solo ha fallado una vez, con aquella pila q perdimos bajando del collado de la Soba en plena noche, nunca apareció...

  2. PUMA dit :

    ¿Qué es lo que perdí bajando del Ocejón por el pinar? Ya ni me acuerdo. Y lo de la pila, está claro que ni San Cucufato pudo con ello. Llevábamos 15 horas andando, 23 km, más de 1000 m de DA y era casi medianoche. Y aún nos quedaban un par de horas y 3 km. hasta La Sarra... San Cucufato estaba ocupado, trabajando para que ninguno de aquella partida se extraviara, y debió considerar lo de la pila un asunto trivial.

  3. PUMA dit :

    Olvidaba que en agosto de 2009, bajando el cañón del río Lentegí, en Granada, en alguno de los saltos (uno de los rappeles, por cierto era de 32 m) una piedra del fondo me arrancó el Polar, pero lo encontré en el fondo matarilerile. No puedo quejarme (hasta ahora). Pero si fuera cierto que la fortuna me trata con especial cariño, donde más afortunado he sido es con los amigos y amigas que tengo, muchos de los cuales, además, estáis en La Cosa: eso no tiene precio.

  4. PUMA dit :

    Pérdidas no citadas (con hallazgo posterior del objeto en cuestión): teléfono en el Metro de Madrid (17/03/15), llaves del coche en la Mina de Sanabrio, Cuenca (28/11/15)

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