La crónica de hoy relata una marcha truncada por un tremendo aguacero. Lo que en principio estaba concebido como prácticamente un paseo, visitando las ruinas de lo que hasta hace menos de un siglo fue própero asentamiento industrial, con escuelas, hospital, casino, teatro, comercios, etc.
El hallazgo en en norte de la provincia de Guadalajara de ricos filones de mineral argentífero a mediados del S. XIX, supuso la profunda transformación de una zona rural durante más de 80 años. En Hiendelaencina (aún conocida como "Las Minas") se perforaron hasta 156 pozos para extraer el mineral que luego era tratado en la fundición "La Constante", a orillas del río Bornova, construyendo para el aprovechamiento de sus aguas, así como para generar electricidad, una pequeña represa de piedra que aún subsiste, junto con muros y alguna chimenea de la fundición, restos de la escuela, hospital y otras constrcciones devoradas por el abandono y la maleza. Una impresionante escalinata daba acceso desde las instalaciones fabriles a la villa.
Tanto Las Minas como La Constante atravesaron épocas tanto de esplendor como de declive, primero en manos inglesas y luego españolas. Si alguien está interesado en este, casi ignorado, pasado, recomiendo la lectura de La Constante: mina de leyenda en Hiendelaencina, un documentado trabajo de Ana Parra y Gloria Viejo, en el enlace siguiente:
http://umer.es/wp-content/uploads/2015/05/n79.pdf
Y para profundizar aún más, la obra HIENDELAENCINA y sus Minas de Plata de Abelardo Gismera, ediciones Aache.
En 1926 cesó la actividad extractiba, habían transcurrido 82 años desde que se perforó el primer pozo, bautizado Santa Cecilia. Y la decadencia paulatina cayó sobre la comarca, La Guerra Civil y la posguerra terminaron de rematar la faena.
Muchas veces se ha hablado de restaurar, siquiera parcialmente alguna de las instalaciones, y crear un museo minero, pero no hay dinero ni voluntad de las administraciones. En otras latitudes (me refiero allende nuestras fronteras) se consideraría patrimonio histórico.

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